PostHeaderIcon Justificación del proyecto


El ciudadano de hoy sueña con una vida más reposada, en la que los núcleos unifamiliares, se inscriban en comunidades mayores. Se anhela ir a vivir al campo y se quiere todo.

Sin embargo hay un porcentaje importante de la población que se mantiene en los pueblos. De ellos, los que han quedado en los núcleos más pequeños, han tenido casi que renunciar a la vida cultural o trasladarse para acceder a ella.






Es precisamente a ese colectivo, al que queremos dirigir el esfuerzo de este proyecto, en el intento de ofrecerles algunas visitas, y actuaciones en vivo.

Consideramos la salud como el estado natural del ser, siempre y cuando éste dedique suficiente esfuerzo, a una prevención adecuada.
Desde nuestro punto de vista, dentro del amplio abanico de la prevención, se hace necesario desarrollar unos hábitos saludables de movimiento e higiene; dediarse a la creación artística, cultivar los sentimientos y comunicarse adecuadamente...

Acercar a las poblaciones pequeñas, esta concepción de la salud, es el objetivo primordial de nuestro proyecto. Y queremos acercarnos desde una de las raíces más sanas y ancestrales de la vida: el deambular del caminante.





La pregunta siempre es, en definitiva, cómo justificamos trasladar una compañía de teatro en carros de caballos, con lo engorroso que es. Para contestar necesitamos reflexionar algo:

La historia de la colectividad humana se ha desarrollado durante siglos al lado de carros, caballos y otros animales de utilidad, es una relación ancestral. Parece que está grabada de tal forma, que a las personas les gusta especialmente encontrarse con los caballos.

Cuando atraviesas un pueblo en coche es fácil no ver a nadie.

Sin embargo cuando las pisadas de los caballos suenan en el pueblo, los habitantes salen. A lo mejor dejan la tele o la consola encendida, pero salen.

Si pueden nos paran, se entusiasman, los niños se excitan y los ancianos se asombran tranquilos, se da el encuentro.





Los animales y nosotros no tenemos más que nuestro tiempo, y se lo venimos a ofrecer. Porque un recuerdo, puede transformarse en experiencia en cualquier momento de encuentro.. La abuela le podrá contar al nieto cómo se parece – o no- ese carro al que ella conoció de niña, por ejemplo.

Es como si viviéramos de espaldas a la naturaleza que nos rodea, y cuando nos acercamos, nos encanta y nos saca de cualquier ensimismamiento.

Es tan vertiginosa la progresión evolutiva a ciertos niveles, que nos sentimos a gran distancia de nuestras capacidades reales de supervivencia.

Mientras que en la realidad de millones de personas, no entra la electricidad ni le agua corriente, el niño del primer mundo, depende tanto de ellas, que se imagina incapaz, y por tanto no le interesa vivir sin electricidad o agua corriente.

Un carro de tracción animal en movimiento, es una muestra viva de adaptación al medio. Los seres que así viajan llevan lo imprescindible en un pequeño espacio, y se adaptan y cubren sus necesidades con alegría austera.

Además viajar en carro supone trazar una ruta lo más alejada posible del asfalto. Así, al recorrerla, colaboramos en la recuperación de caminos. Recuperar las vías de comunicación por fuera de la red de carreteras del estado, es una tarea pendiente, que la inmensa mayoría de los españoles quisiera ver realizada. Y esos accesos a los pueblos por camino, luego –bien cuidados- se hacen zonas de esparcimiento natural para los lugareños.

En otro orden de cosas, consideramos que el llegar así, permite al posible público de la representación, conocer a los artistas. La complicidad entre actor y público, el coloquio, o la conversación pueden darse.

La experiencia en el camino nos ha hecho sentir, primeo.... “llegan los raros”, y luego si se favorece la acogida, se diluye el rechazo a los otros porque me resultan raros; suavizar hoy esos sentimientos de rechazo en la población, es una dedicación, cuando menos saludable y necesaria.

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